Vacía.

Caminaba como si no tuviese sentido. "¿Y ahora cómo hago?" Se agarraba la cabeza; estaba desesperada y ya no sabía qué hacer. Su mirada ausente apenas observaba. Llevaba su cuerpo con pesar, como si fuese una carga, una culpa... Se veía tan gris... No podía ni imaginarlo, le costaba creer que hubiera sucedido. Todavía no le parecía real. Sentía que en cualquier momento Fel le sacudiría el hombro para sacarla de su estupor. "Siempre en las nubes vos, eh" Solía decirle, mostrandóle esa sonrisa que sólo ella lograba ver. Pero esta mañana, al levantarse, su celular no sonó; nadie la esperaba en la puerta con dulces ni saludos cordiales, nadie compartió el camino a la universidad con ella, ni le abrieron la puerta. No le dijeron "Suerte, nos vemos". Nadie le dedicó una sonrisa, ni jugó con su pelo en el almuerzo. Nadie le susurró comentarios divertidos sobre los demás. No compartió el viaje de regreso a casa. Nadie la convenció de ir a la plaza. Ni siquiera miró nubes.

No quiso pensar más. Pero al llegar a la ventana y observar aquella luna triste y redonda, no pudo evitar sentir la esperanza de que le llegaran suspiros y comentarios acerca de aquel disco plateado que la miraba compadecido. Cuando se pregunta cómo fue, sus dedos automáticamente se dirigen a su cuello, rozándole la garganta, buscando un túnel sanguinolento y perfectamente circular. ¿Cómo hubiera sido si hubiera llegado mucho antes?… A veces cree que no fue la primera que lo vio. Piensa que lo ha soñado, que ese último abrazo desesperado, sangriento e inaceptable no ha sucedido. Que en realidad el último fue esa mañana, cuando la esperaba sentado en el zaguán de su casa para ir juntos a estudiar. Esa mañana Felipe tenía los ojos más soñadores que nunca y se los dedicaba solo a ella. Aunque su sonrisa tenía un dejo de abandono, estaba llena de ilusión. Cuando la vio en la puerta, se le iluminó la cara. La acogió en sus brazos como si fuese su última oportunidad. Le pareció extraño, pero ella estaba feliz; a lo mejor era tiempo de confesarle su amor… Ella estaba expectante por el día siguiente; parecía que Fel escondía una sorpresa… No, jamás pensó que fuera eso. No en ese momento, no ahora. Ya nada parecía valer la pena… “Siempre celebro tu existencia” Le había susurrado una vez. “¿Quién te mato? ¿Qué te apartó de mí? Te siento tan lejos…” Ella mira al cielo intentando encontrarlo. Sus ojos gritan que lo quieren y una lágrima amarga se escapa, furiosa. Quién comprende al amor, quién comprende a la muerte. Qué más da, nadie le va a preguntar cómo se siente.