Viaje al origen III

“Es hoy”, escuché en la oscuridad de mi cabeza. Abrí los ojos. El techo aún seguía allí. El sol recién estaba naciendo y la noche todavía se paseaba por mi habitación. No escuchaba nada; probablemente seguían durmiendo. Mamá seguramente se habría acostado hace un par de horas.
Pero yo estaba despierta. La agitación me había despertado. Incluso creo que no estaba durmiendo del todo. Tenía miedo, pero a la vez ansiedad. Yo sabía que el viaje cambiaría muchas cosas. Pero no sabía qué.

Mi pared. Repasé por última vez aquel muro. Me sentía orgullosa de aquel collage de imágenes, palabras, personas, movimientos, sentimientos, saberes, amigos… Si me preguntaran quien era yo, contestaría “Eso”. Pero aún faltaban cosas, sobre todo de mí.

Le eché un vistazo lo más nítido posible; intentaba guardar aquellas cosas en mi memoria, para tenerlas presentes durante el viaje. El viaje… Sentía que todo cambiaría después de ello. Tenía miedo de olvidar todo lo que he vivido. Porque parecía que todo comenzaría de nuevo.

Ya faltaba poco para que algún reloj indicase la hora de despertar. Yo seguía mirando al techo, imaginando todo lo que vería después. Tenía una imagen de ese momento; era como abrir una puerta, como dar vuelta la página y ésta lentamente iba descubriendo lo que seguía después.
¿Cuando se vería del todo la otra carilla?  Quizás este momento eran las dos últimas líneas de la página.  Dar vuelta la página. El viaje era eso. El proceso de mover la página, dejando atrás lo anterior para descubrir lo que viene. Para seguir la historia. Para no quedarse con la intriga.

Estábamos viajando a la parte siguiente. Una nueva página. Algo nuevo estaba por venir.