Viaje al origen

La casa estaba en silencio, pero juro que escuché algo. No era mi imaginación; allí en la oscuridad había algo que estaba esperando, alerta, me acechaba escondido en las sombras, en la nada que yo veía.
Y aquella oscuridad se hacía más intensa, más profunda... Me rodeaba lo desconocido, era como un círculo oscuro, porque yo sabía que en la habitación todo seguía igual y pensando esto la luz envolvente (¿ No era oscuridad?) se fue difuminando hasta encontrar mi cama hecha una nube.
Allí estaban.
Líber me miraba exaltada, estaba segura que me diría... -Lo sabe, ¡lo sabe!- dijo feliz, mirando a Sole y Félix. Me miró con esa picardía de siempre.
Pero no eran los mismos. Daba la sensación de que habían crecido, tenían rasgos más adultos, especialmente Líber. Estaba más atractiva aunque seguía teniendo ese aire infantil.
- No hace falta que te lo diga- Me guiñó un ojo. Estaba tan alegre, tenía unas ganas reprimidas de saltar o algo, no se decidía hasta que se arrojó hacia mí y me abrazó.
-Muy bien, muy bien...- Me susurraba al oído.
No pude evitar emocionarme, entonces mis intuiciones se hacían realidad: Éste era el camino.
Los tres me saludaron muy afectivamente, parecía que realmente hubiera llegado a una meta.
En mi cabeza múltiples imágenes de este año aparecían y recordé como un sueño aquel primer viaje de calor, desierto, rutas y luego el encantador invierno europeo, el refugio, la lluvia, la neblina...
Pero este lugar era diferente. Estábamos en una colina, o algo parecido. Nos rodeaban montañas. Había una en particular, verde y enorme. Era imponente. La sorpresa ante la magnitud de aquél lugar me quitó el aliento. Era hermoso...
El cielo, el aire tan puro...
- Éste alguna vez fue tu hogar.
Me pareció extraño, pero enseguida lo tomé como cierto, no sé porque sin más ni menos le creí.
Me abracé con Líber. Sentí que volvía. Que reconocía ese lugar como mi antigua casa. Pero me sentía mal, ¿Cómo no lo supe siempre?, ¿Había olvidado mi casa?
-Líber, no recuerdo nada- Le dije con tristeza. Tenía un extraño impulso de llorar.
Las manos de Líber se tornaban maternales mientras me acariciaba la cabeza. Sentí que estábamos solas.
- Ese es el objetivo de este viaje; que recuerdes de dónde vienes.- Dijo firme.
Me separé de su pecho y la miré a los ojos. Ella también me miraba, compadecida. Su sonrisa comenzó a agrandarse. Los ojos le brillaban.
- ¿Estás lista?
Me desperté expectante. Aquí comenzaba el segundo viaje.

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